Tiempo de florecer Desde niña me encantan las plantas, todas, con flores y sin ellas. Supongo que me viene del recuerdo de mi infancia, cuándo iba a casa de mis abuelos y veía esa gran terraza llena de preciosas flores. Recuerdo como mi abuela las regaba y las cuidaba y, a veces, cuándo riego las mías, me traslado mentalmente a ese momento donde me siento protegida, donde la vida era más fácil, dónde aún no me habían roto el corazón. Mi madre, que también ha heredado esa pasión por los jardines, siempre me dice que, cuándo veo que una flor se está marchitando, hay que cortarla. Dice que es importante hacerlo porque le está quitando fuerza a otra que quiere florecer. Esta mañana temprano estaba pensando en ello mientras me disponía a regarlas antes de que saliera el sol y, de pronto, lo ví claro. Cogí las tijeras de podar y fui quitando, con cariño, todo aquello que estaba en mal estado, que le restaba fuerzas a la planta para seguir creciendo fuerte y brillar con todo su esplendor. M