Tiempo de florecer
Desde niña me encantan las plantas, todas, con flores y sin ellas. Supongo que me viene del recuerdo de mi infancia, cuándo iba a casa de mis abuelos y veía esa gran terraza llena de preciosas flores. Recuerdo como mi abuela las regaba y las cuidaba y, a veces, cuándo riego las mías, me traslado mentalmente a ese momento donde me siento protegida, donde la vida era más fácil, dónde aún no me habían roto el corazón.
Mi madre, que también ha heredado esa pasión por los jardines, siempre me dice que, cuándo veo que una flor se está marchitando, hay que cortarla. Dice que es importante hacerlo porque le está quitando fuerza a otra que quiere florecer.
Esta mañana temprano estaba pensando en ello mientras me disponía a regarlas antes de que saliera el sol y, de pronto, lo ví claro. Cogí las tijeras de podar y fui quitando, con cariño, todo aquello que estaba en mal estado, que le restaba fuerzas a la planta para seguir creciendo fuerte y brillar con todo su esplendor.
Mientras lo hacía me vino a la cabeza las relaciones amorosas ya deterioradas. ¿Por qué no somos así de prácticos? Sabes que algo te duele, que te está destrozando, que ya no te hace sentir bien, que no te aporta una sensación cálida y de confort, pero aún así te agarras a ella cómo si no pudieses continuar tu camino sin esa persona. Al igual que una flor marchita, te resta fuerza, te roba energía, no te deja crecer ni florecer más y mejor.
¡Ojalá fuera tan fácil!, ¿verdad? Pero en realidad, sabes lo que hay que hacer. Si eres capaz de dejar por un momento a un lado los sentimientos como el miedo, la nostalgia, la decepción, la frustración y la sensación de derrota y, simplemente, analizas qué te queda en esa relación, verías que ya no queda mucho más a lo que agarrarse. Que en el fondo de tu ser hay una voz que te grita que quiere resurgir, renacer, con más flores, con más colores y con más fuerza.
Te animo a verlo así, aunque no sea fácil. A verlo desde otra perspectiva, a verlo desde la posibilidad de que lo que viene sea mucho mejor, sin importar tu situación, tu edad o tu físico. Te animo a verte desde tu interior como esa planta hermosa que eres y que debe brillar en todo su esplendor. Porque tú viniste a este mundo a brillar, a mostrarte tal y como eres, a rodearte de gente que suma y porque, aunque algo fue bonito, íntimo y vital, cuándo ya no funciona es hora de podar lo marchito y dejar que con el sol, el agua y el tiempo pueda sacar nuevos brotes, nuevas flores y nuevo color.
Feliz primavera, es hora de florecer y decorar este maravilloso mundo lleno de otras plantas preciosas a nuestro alrededor que quieren ser acompañadas para darle color a la vida.
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