Cuando una mujer se plantea adoptar porque no puede gestar un hijo propio en su cabeza no cabe la idea de que no vaya a amarlo. Si una mujer ya ama a su futuro hijo nada más ver las dos rayitas en el test de embarazo, cuando no es más que una promesa, un anhelo, ¿qué no va a sentir una madre adoptante? Normalmente, cuando una mujer llega a plantearse una adopción por causas de infertilidad ha pasado por tanto dolor que ni se imagina que no pueda llegar a amar a un hijo adoptado . Ha pasado por distintas fases de duelo que la han ido poniendo a prueba. Ha pasado por los meses de intentarlo con su pareja y ver, mes tras mes, como le bajaba la regla. Ha intentado programarse las relaciones sexuales conforme a su temperatura y calendario para “hacerlo” sus días más fértiles. Ha tenido que esperar, un mínimo de un año entero de reglas frustrantes para que un ginecólogo la acepte en su programa de infertilidad y empiece un periodo de estudios médicos a ella y a su pareja para ver quién tie