De pequeño quería un perrito. Este deseo creo que es común a la mayoría de los niños. Algunos quieren un gatito, otros un pez y otros una tortuga. Y siempre surge la voz de los adultos que alertan al niño sobre los cuidados y la responsabilidad de tener un animal. Y razón no les falta, pues seguramente muchos de ellos han visto como, el que era el juguete preferido de sus hijos, hace semanas que duerme en el fondo del cajón. Y un pez no puede dormir en un cajón. Solo lo hacen los gusanos de seda. Menos mal que este se convierte en mariposa y se aleja volando antes de que lo haga la atención de su amo. Volviendo a las excusas de los padres, estos siempre ponen el típico ejemplo de sacar al perro en un día de lluvia, de dar de comer al gato mientras se ve un partido o de limpiar la pecera antes de salir de marcha, si el niño ya tiene edad de salir, porque muchas veces el empeño y la petición puede durar años. Y aquí es cuando muchos padres enuncian una frase, que sin darse cuenta, será